Era una vez en la celebración de la efemérides de Tarija, el 15 de abril de 1979. Yo era Presidente de CORDECRUZ hacía unos 4 meses y me invitaron a ser parte de la delegación encabezada por el Presidente David Padilla y su Ministro de Planeamiento Gary Prado Salmón. Era un gobierno de transición a la democracia que cerraba su ciclo el 6 de agosto y estaba lanzando e inaugurando obras para Tarija. Me dijo el Ministro: “qué pena que no estaremos para el 24 de septiembre en Santa Cruz. Me hubiera gustado llevarles algo importante a mi pueblo”. Le dije: “La fecha más importante de Santa Cruz de la Sierra es el 21 de Mayo”. Pensando conmigo mismo en la última traslación de nuestra capital y en el cumpleaños de mi hija Anita. “¿Y qué podemos llevar en esa fecha?”. Le respondí sin dudarlo: “¡Un Aeropuerto, mi Coronel!”.
Ahí mismo, en medio de la hospitalidad chapaca, la armamos con el Presidente, y me dieron plenos poderes para concretar el sueño en menos de 40 días y si necesario fuera necesario mover cielo y tierra para lograrlo. Llegué con la noticia al poblao, y se armó la revolución, con centenares de voluntarios que se fueron sumando. Había dos propuestas encarpetadas durante los gobiernos anteriores. Una era italiana y la otra era japonesa, siendo esta última mucho más simple y 5 veces más barata. La japonesa venía con crédito japonés incluido, para ser gerenciado por la empresa Nissho Iway. Con la autorización nacional correspondiente, comenzamos a negociar con éstos.
Desplegamos toda la ingeniería civil, electrónica, arquitectónica, institucional, financiera, urbanística, ambiental, jurídica etc.. Nos hicimos como hermanos con los de AASANA y la gente del Ministerio de Planeamiento y Transporte. Creamos la Unidad Desconcentrada de AASANA Viru-Viru. El Jefe del Proyecto, el Ing. Jorge Velarde Henrich, un tipazo. Era una unidad ejecutora. Consultamos con colegas que habían trabajado en el Aeropuerto Galeao de Rio de Janeiro. Y ahí los vemos, a Sergio Antelo dibujando la fachada, a Noel Kempff sembrando sus árboles, a Fernando Prado mirando lo urbanístico, Jorge Hurtado con sus números y su estrategia, Ismael Serrate con sus habilidades gerenciales, Chichi Mendez y su esposa Kiki Natush con la comunicación, y tantos otros. Roly Aguilera con su Constructora se ganó la licitación para las obras físicas, también estuvieron los de SOCICO, Dichi y Mozo. Los forzamos a los Japoneses a bajar los precios, aumentar la calidad y contratar bienes y personas locales. Armamos un modelo brutal para traer todo el cemento desde Sucre, en caravanas de camiones. Le cambiamos la forma y la orientación al edificio. Mandamos la torre de control afuera del edificio pues estorbaba el paso de pasajeros. Cotizamos mangas de abordaje en Brasil, pues no estaban incluidas. Pusimos escaleras rodantes. Hasta ahora, no me perdono, cada vez que bajo de desembarque a Migración no haber puesto una escalera mecánica para bajar con nuestra cargas.
Todo se hizo de acuerdo a leyes y procedimientos. Todo se aprobó en CONEPLAN y en Gabinete. En menos de 5 semanas. Claro que el Presidente Padilla firmó el contrato el 21 de Mayo en plena plaza principal, delante del pueblo. Lo hizo después de visitar la fiesta infantil de mi primogénita Anita y de soplar con ella la vela de su 3er cumpleaños. Al General le regalamos el mango con que se suscribió el Acuerdo.
Protagonistas también fueron los japoneses. Sus comunidades y sus diplomáticos. La cooperación técnica de JICA y otros. Con ellos también hicimos también el Hospital Japonés y el Centro de Mejoramiento Genético, orgullos de nuestra salud y de nuestra ganadería. Con estos amigos, años después, como asesor de cancillería, logramos la condonación de la deuda con el Japón, entre otras. Al fin y al cabo, el aeropuerto costó cero dólares o yenes al gobierno central. Recuerdo en particular un viaje a Tokyo para evaluar un Radar que se adquirió para seguir a todos los aviones y avioncitos que volaban por el cielo más puro de América. Claro que en el periodo de García Meza hicieron desaparecer al super-radar. Y así es la vida. Se divide entre constructores y destructores. Entre los que producen y los que cobran, los que hacen y los que entraban. Viru-Viru es ahora un nombre camba conocido en todos los rincones del mundo, pese a que nunca fue mantenido y ampliado de acuerdo al plan de largo plazo que dejamos.
En ese gobierno de triste recuerdo, me persiguieron y me fui a trabajar a Nigeria, en Telecomunicaciones. Pero volví a CORDECRUZ, y tuve el privilegio de poner la última pala de cemento en la pista de Viru-Viru, en un evento sencillo pero con todos los trabajadores, empresas, instituciones locales, nacionales e internacionales. Se cumplieron todos los cronogramas, pues corrupción era una palabra que no existía en esos entornos. Poco después yo renunciaría a Cordecruz, un 30 de agosto de 1983, 25 días antes del 24 de Septiembre, cuando Siles Suazo lo inauguraría oficialmente. No hay placas con los nombres de los héroes anónimos de esta aventura. Nos oponíamos a figurar pues estas obras no son de los que las ejecutan, pertenecen a las sociedades que nos dieron su capacidad colectiva y su aporte. Ellos son los me han pedido este resumen, de un relato que tiene mucho más protagonistas que los que aquí recuerdo. A ellos les brindo el honor y mis respetos. Cuenten en Facebook lo que vivimos. Ha llegado la hora de que los conozcan, antes de que se inventen otra Historia.
ING. ÓSCAR SERRATE CUÉLLAR
1 comentario:
Estas historias tan modesta que aparecen para crear una institucion en los departamento al servicio de sus habitantes se debería colocar una placa resumida recordatorio de los ideologos.
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